viernes, 25 de julio de 2008

Extremistas

¿Cuántas veces os habéis sentido irritados por una de esas personas carentes de opinión? Sí, ya sabéis, una de esas que cuando estás enfrascado en un debate o conversación con un grupo de personas no interviene. Una de esas que en una reunión de trabajo, o decidiendo un restaurante para ir a cenar, o hablando simplemente de a qué hora quedar, le preguntan su opinión y siempre dice “no sé” o “me da igual”.

¿Verdad que pensáis? : no es posible que todo le de igual. Sí, son personas irritantes (especialmente para aquellos a los que nos sobran opiniones sobre cualquier cosa, a veces quizá demasiadas), pero si creéis que esto es irritante, os diré que hay algo aún más irritante, alguien que no sólo tiene una opinión, sino que es “la opinión”: un extremista.

Las opiniones más típicas de un extremista van relacionadas casi siempre con política, pero es un tema que me aburre y me interesa tan poquito que no pienso hablar de él, nunca, jamás. Vayámonos a temas más cotidianos que distinguen a los extremistas:

· El extremista de la limpieza: Aquel que cuando te invita a su casa te da el vaso de cerveza acompañado de un posavasos (aun cuando lo vas a apoyar sobre un mantel), que de repente saca un miniaspirador de mano (creados específicamente para ellos) para quitar una mota de polvo de la estantería que le está poniendo nerviso hace una hora, o aquel que no has acabado el plato y ya está recogiendo la mesa, poniendo el lavavajillas y hasta encerando el suelo. Un extremista de la limpieza te hace sentir incómodo en su casa.
· El extremista anti-tabaco: Aquel que siempre se pone hecho una furia cuando pides zona de fumadores en un restaurante y acabas escogiendo “no fumadores sólo por no aguantarle”. Aquel que es tan teatrero cuando le llega un poco del humo de tu cigarro a su cara que acabas apagando el cigarro o cambiándote de lugar sólo por no verle el careto. Aquel que, en definitiva, disfruta viendo tu expresión cuando entras en un recinto donde está prohibido fumar. Un extremista anti-tabaco te hace sentir que Mercedes Milá es tolerante con los fumadores.
· El extremista del cine español: Aquel que cuando le dices que las películas españolas son todas iguales te dice que es porque apenas tienen presupuesto, que ves más americanas que te gustan dice que es porque hacen más, que cuando le dices que no te gustan los actores españoles te empieza a enumerar una lista que a él sí le gusta y aunque a ti no te salta con un: “te puede no gustar pero tienes que reconocer que es bueno” (un pequeño detalle: si me pareciera bueno me gustaría). Aquel que, en definitiva, cuando le dices que no te gusta el cine español le cambia la cara, se remanga y prepara para un ataque verbal como si el Estado le pagara por defenderlo. Un extremista del cine español te hace sentir que debías haber cerrado la boca cuando diste tu opinión.
· El extremista del coche: Aquel que tiene que usar el coche hasta para ir a por pan. Aquel que te hace cambiar de zona de copas porque la que has escogido se pone hasta arriba y no tiene donde aparcar. Aquel que te tiene dando vueltas y vueltas a la manzana buscando un sitio porque aunque le dijiste “no te lleves coche” se lo tiene que llevar. Aquel que prefiere no tomarse ni una cerveza para llevarse el coche, o peor, se lo lleva y se las toma todas. Un extremista del coche te hace sentir feliz de no tener coche para no depender de él y poder usar transporte público, a pesar de ser lo peor del mundo.

Y podría hablar de mil extremistas más: extremistas ecologistas, extremistas melómanos, extremistas deportistas, extremistas religiosos, extremistas del todo vale, extremistas del no vale nada, extremistas antiextremistas…

Señores, los extremos no son buenos, nunca, jamás. Esta es la única opinión extremista que apoyo, y punto.

domingo, 13 de julio de 2008

Una ceremonia hortera para gente hortera (2ª parte)

Armada de valor, y descansada tras una semana sin pensar en bodas, retomo el tema:

  • El atuendo: el de los novios, y el de los invitados.
    Esas novias que ansiosas desean escuchar esas palabras tan inteligentes y originales así como poco comerciales que salen de los labios de las vendedoras de Pronovias: “es tu día”. Y como es su día y quieren ser las más guapas, se plantan el atuendo más hortera de cuantos atuendos se puede poner una persona. Carentes de personalidad, cada día acuden miles de mujeres a casarse todas ellas vestiditas de blanco, la mayoría de largo, la mayoría lo más merengues, cursis y horteras que se puede estar. A las pruebas me remito, semejante atuendo sólo se puede usar un día en la vida. Semejante atuendo sólo se debe usar para un acto tan hortera como una boda.
    Pero no es sólo la novia la que tiene un problema de envoltorio: novio, padrino, madrina, testigos y toda la escolta que protocolariamente tiene un papel en esta película, debe acatar unas reglas de atrezzo francamente horteras, supongo que entendéis de lo que hablo si visualizáis en este instante la imagen de un conocido vuestro con un chaqué.
    El resto de los invitados deciden que si la novia, el novio, la madrina, el padrino y los testigos van horteras, ellos más. Y entonces comienza el desfile de hombres y mujeres que quieren demostrar que se han gastado mucho en el traje o que saben combinar colores incombinables o que definitivamente quieren destacar en la boda por encima de cualquier canon estético.
    Lo peor de la ropa de los invitados de una boda, es que se ve que es para una boda. Se nota que está comprada en una tienda especial para bodas, porque ese día hay que ir disfrazados. Porque ese día hay que gastarse un mínimo de 300€ en un traje. El resultado es un grupo de personas con colores chillones y telas brillantes que parecen sacados de un carnaval de pueblo.
    ¿Esto os parece cruel? Más cruel me parece a mi intentar ver la cara de agobio y nervios de los novios durante la ceremonia (pués es lo único francamente divertido) y que una especie de recogido a lo Marge Simpson me lo impida, porque la peluquería ese día, ¡tela!
    Pero volviendo a la ropa, o mejor, a los complementos, desearía que alguien me explicara el significado de la estola y/o foular. Ese trozo de tela que más bien parece un resto del vestido que sobraba, con el que las invitadas deciden taparse los hombros hasta que se han bebido una copa de cava. Y puestos a explicar, si tenéis respuestas, quiero una para la mantilla y la peineta, los minibolsos de las mujeres (más útiles para un Pinypon), la flor en el ojal para los hombres...

Para terminar con este tema que me está provocando pesadillas, meted todos estos ingredientes en una cocktelera, añadidle un gran coche lleno de lacitos y flores y un tío paseándose de mesa en mesa con una caja de puros. Sazonémoslo con más de un "oooooooooh" y varios estruendosos aplausos por doquier además de algún que otro grito para elogiar a la novia a lo procesión de Sevilla. Y decoremos la mezcla con un par de kilos de arroz, garbanzos para los más graciosos y pétalos de rosa para los más horteras.
Aquí tienen el resultado de la mezcla señores. Aquí tienen una boda. ¿Qué pasa por mi cabeza cuando contemplo o tengo la mala suerte de ser invitada a una boda? Citando a un amigo: ¡¡¡menudo zoo!!!

domingo, 6 de julio de 2008

Una ceremonia hortera para gente hortera (1ª parte)

Todo comienza con algo tan inocente como una invitación. Las recibías con 6 años para invitarte al cumple de un amigo, las recibes ahora para invitarte a una charla sobre enciclopedias en algún pueblo de Extremadura con regalo de una agenda electrónica incluído, pero una invitación nunca fue tan significativa como aquella que te anuncia la boda de alguien. Esa invitación es el primer acercamiento, la primera visión de lo que será esa tortuosa ceremonia que vendrá después. Porque nada más abrir ese sobre, es inevitable que se te escape un: “qué hortera”. Una invitación hortera sabes que significa una boda hortera. Por el contrario, si una invitación no es hortera, sabes que aún te queda una posibilidad de que la ceremonia sea medianamente salvable. Es como el predictor, si da negativo aún puedes tener una esperanza, si da positivo ten por seguro que estás jodido.

El hecho de casarse siempre me ha puesto los pelos de punta, dos personas que necesitan un papel, un cura, un juez, a toda la familia, amigos, compañeros de trabajo e incluso desconocidos, para confirmar, jurar y poner por escrito que la otra persona está unida a ti hasta que la muerte os separe, es como el argumento de alguna retorcida peli de terror psicológico.

Así que es dificil que una boda me atraiga, pero más aún que no me parezca hortera. Independientemente del tipo de ceremonia, es muy, muy dificil que una boda no sea hortera.

Tenemos que partir de un handicap con el que en mi opinión cuentan las ceremonias matrimoniales, y es que siguen un patrón, igual que una nochevieja, igual que un bautizo.
De hecho, es un acto tan protocolario y poco maleable que existen lugares que se encargan de organizar todo el temita de principio a fin. Vamos, desde llevar a la novia al altar hasta echar a los familiares borrachos del recinto.
Lo tienen todo calculado, y encima, han creado un patrón que han conseguido vender a una gran mayoría, ya que en el salón de al lado ves cómo se celebra otra boda clónica a la que tú estás sufriendo.

A propósito, llegados a este punto tengo que aclarar algo, por lo que puedan pensar determinadas personas. Una boda de por sí es hortera, pero el que intenta distinguirse de otras bodas celebrándola en un salón más caro, creyendo así que no está siguiendo el mismo patrón que los demás, es aún más hortera, y encima bobo porque se gasta más. Podemos continuar.

Cuando has ido a una boda, has ido a todas. Independientemente de si alguien se casa por lo civil, lo religioso o por el rito tibetano (últimamente en boga), lo que acontece tras el enlace es un sinfín de momentos que vividos una vez ya los has vivido siempre:

  • Alternar con personas que no conoces de nada, pero con las que, al igual que en Facebook, compartes la teoría de los 6 grados. Esto te lleva a conversaciones constantes de ascensor e intercambio de impresiones sobre la boda, casi siempre positivas porque ninguno de los invitados sabe hasta donde llega la relación de los otros con los novios.
  • Acabar medio borracho y con dolor de cabeza, no por la cantidad de alcohol que bebes, si no por la mezcla que consumes: empiezas en el cocktail con una cerveza que se te junta en la mesa con la primera copa de vino blanco acorde con el primer plato. Pero te das cuenta de que ya te han puesto el segundo plato y es carne, con lo cual, una segunda copa ha aparecido junto a la de blanco, es una de tinto. En mitad del solomillo, bebes indistintamente de ambas copas porque te estás liando (consecuencia del estado de embriaguez precoz). Es entonces cuando se le da uso a la siguiente copa, la llenan de cava, y claro, es el brindis, así que a beber. Intentas recuperarte con el café y te ponen el licorcito, seguido de la siempre ansiada copa, el cubata con el que ya te sientes como en casa, pero sabes que no será el último, así que antes de que empiece la fiesta, lo dicho, ya estás borracho.
  • La vergüenza ajena. Esta emana tras presenciar cositas tan poquito horteras como la parejita feliz partiendo una tarta con una espada, que alguien grite "vivan los novios", o peor "viva la madrina", que suene una musiquita cuando los novios entran a salón de la cena, que la gente sea trasladada del hotel al salón en un autobús cual excursión del colegio (del salón al hotel con el estado de embriaguez es todavía peor), y un laaaaargo etcétera.
  • El bailecito. ¿Por qué? Porque no hay boda sin baile al igual que no hay boda que no sea hortera. El baile es la mayor tortura de la boda. Un sinfín de canciones de verano precedidas por el siempre presente pasodoble y precedido a su vez por el espontáneo y poco hortera vals de los novios, convierten al baile en algo parecido a un campo de batalla, en el que debes esconderte para evitar ser bombardeado o presenciar cosas que, citando al filósofo de la vida John Rambo, harían vomitar a una cabra. Ejemplo práctico, quién no ha escuchado en una boda alguna de estas canciones: Paquito el chocolatero, Mayonesa, Aserejé, Cántame, El tiburón, Cuando tú vas yo vengo, ...
  • El atuendo de novios e invitados. Bueno venga, soy incapaz de continuar. Demasiados horrores para un solo post. Nadie es capaz de soportar tanto de golpe. Señores, les dejo respirar, continuaré la semana que viene.