sábado, 6 de septiembre de 2008

Vacaciones en la playa

Pues nada, como dijo la cansina esa que se hace llamar cantante: no quedan días de verano.
Espero que todos hayáis disfrutado, y también espero que hayáis tenido la suerte de no veranear en España.
Exacto, lo habéis pillado, la cosa va de vacaciones, españoles y la incompatibilidad que existe entre ambos.
Hace mucho que decidí obviar los viajes por España durante la temporada estival, y especialmente eliminar los lugares de playa de mi lista. La obsesión de los Españoles por ir en verano a la playa se ha convertido en algo tan poco atrayente como las rebajas.
Analicémoslo: masas y masas de personas pegándose por hacerse, en lugar de con una camisa barata, con un hueco mínimo de arena caliente. En ese hueco comenzarán a desplegarse los equipos: sombrilla, esterillas, toallas, mininevera, algunos radiocassette (manda huevos), la abuela, los niños cansinos y molestos, el kit de bronceado... Un momento, el kit de bronceado bien merece una descripción:

  • Crema con zanahoria factor 2: para la mamá, para cuando vuelva a la capital a fardar delante de sus amigas porque se ha quedado como la mujer de Gil, obviando el más que probable cáncer de piel.
  • Crema factor 3 millones para los niños pequeños. Absolutamente absurdo el número de factor porque la madre se pasará la mayor parte del tiempo persiguiendo al niño por la playa para ponérsela. Durante ese tiempo el niño ya habrá acumulado otra buena ración de cáncer de piel.
  • Aceite protección 30 con esencia de coco y nueces de macadamia, marca "da igual mientras sea cara", en formato spray anti-goteo: para la hija adolescente que sabe que hay más posibilidad de problemas con un factor bajo, no porque su madre se lo diga (ya conocemos el historial de la madre), si no porque su sensei es Ragazza, donde le aconsejan un factor más alto no por el cáncer de piel, sino para evitar arrugas, y eso la convence un poquito más (al fin y al cabo ya tiene 16 años), pero no le convence lo suficiente para echarse factor 50 que sería lo recomendado, se queda con factor 30 porque así también se pone morenita.
  • Crema sin crema, factor sin factor: para el padre y el abuelo, que son hombres y como consecuencia, sorprendentemente inmunes al sol.
  • After-sun: para toda la familia. Ese lo usarán en casa, cuando lleguen, se duchen, y descubran unas ampollas del tamaño de un zeppelin, pero aún así también se lo llevan a la playa, x-files...
Bien, nos hemos hecho con el hueco de arena, y ya hemos desplegado las tropas. Estamos preparados para recibir el ataque del agujero de la capa de ozono. Ahora sólo queda evitar a los 300 ludópatas que se alinean en la orilla probando toda clase de primitivos entretenimientos: un plato de plástico que se pasan entre 3, y siempre acaba golpeando a un pobre anciano de los que se bañan cerca de la orilla, o mi favotiro, un par de palas de madera y una pelota. Consiste en pasarse la pelota empezando a una distancia de 4 metros, dar sólo un toque (porque no aciertan más de uno seguido), tardar 5 minutos en buscar la pelota y acabar jugando a sólo medio metro de distancia, sin explicación, porque es así.
Esquivados los juegos ya podemos meternos en ese supuesto paraíso que es el agua salada mezclada con restos de las mil cremas anteriormente mencionadas, orina de niños y de los que no son tan niños y sudor. Disfrutemos intentando nadar a la vez que nos chocamos con los mil veraneantes sedientos de playa, colchonetas y los patines que alquila la gente, porque es muy divertido pedalear en el agua mientras un tío con gorra azul te cronometra esperando que excedas el tiempo que has pagado.
Después de una jornada en la que te pica todo, estás de arena arena hasta arriba, te escuece la piel del sol, y ya no quieres ni darle un trago a tu cerveza porque el agujero de la lata también tiene arena, decides que, aunque vayas hecho un cristo, al menos tus pies deben relucir, así que, ele!, a hacer cola para lavártelos. Cuando por fin te hagas con una ducha, ten por seguro que un molesto niño se te meterá dentro a jugar con el agua.
Si no te gusta la playa, siempre tendrás la piscina del hotel o apartamento en el que hayas decidido invertir tu nómina de agosto. Siempre y cuando seas capaz de soportar a quinceañeros tirándose tipo bomba a tu lado para seducir a las quinceañeras que se encuentran en el agua, deseosas de recibir una gran ahogadilla por parte de sus Johnny Weissmüllers particulares, y pegar aunténticos chillidos mientras las reciben para fingir que no les gusta.
Bien, no nos gusta la playa, ni la piscina, la ciudad nos espera, con sus miles de restaurantes llenos de paellas, anisakis y salmonella, con sus discotecas y bares llenos de canciones del verano y gogo´s para atraer a los veraneantes en celo, con sus miles de familias que aprovechan las vacaciones para discutir mientras sus hijos molestan a los que sólo quieren pasar unas malditas vacaciones tranquilas, lejos de la sociedad playera, de los guiris con calcetines y sandalias y sus cadenas de oro asomando entre los pelos de su pecho rojo como un cangrejo, de los precios abusivos que lamentarás haber pagado en septiembre y en ese momento, señores, justo en ese momento es cuando tomarán la decisión que les cambiará su vida: ¡NO VUELVO A VERANEAR EN LA PLAYA NUNCA MÁS! Y será en ese momento en el que decidirán que España no está preparada para el tipo de vacaciones que a usted le gustan, y que el año que viene prueba otro país. En ese momento, usted no sabrá que acaba de comenzar su peor pesadilla: encontrarse a un español en otro país. Pero esa es otra historia de terror distinta...

viernes, 25 de julio de 2008

Extremistas

¿Cuántas veces os habéis sentido irritados por una de esas personas carentes de opinión? Sí, ya sabéis, una de esas que cuando estás enfrascado en un debate o conversación con un grupo de personas no interviene. Una de esas que en una reunión de trabajo, o decidiendo un restaurante para ir a cenar, o hablando simplemente de a qué hora quedar, le preguntan su opinión y siempre dice “no sé” o “me da igual”.

¿Verdad que pensáis? : no es posible que todo le de igual. Sí, son personas irritantes (especialmente para aquellos a los que nos sobran opiniones sobre cualquier cosa, a veces quizá demasiadas), pero si creéis que esto es irritante, os diré que hay algo aún más irritante, alguien que no sólo tiene una opinión, sino que es “la opinión”: un extremista.

Las opiniones más típicas de un extremista van relacionadas casi siempre con política, pero es un tema que me aburre y me interesa tan poquito que no pienso hablar de él, nunca, jamás. Vayámonos a temas más cotidianos que distinguen a los extremistas:

· El extremista de la limpieza: Aquel que cuando te invita a su casa te da el vaso de cerveza acompañado de un posavasos (aun cuando lo vas a apoyar sobre un mantel), que de repente saca un miniaspirador de mano (creados específicamente para ellos) para quitar una mota de polvo de la estantería que le está poniendo nerviso hace una hora, o aquel que no has acabado el plato y ya está recogiendo la mesa, poniendo el lavavajillas y hasta encerando el suelo. Un extremista de la limpieza te hace sentir incómodo en su casa.
· El extremista anti-tabaco: Aquel que siempre se pone hecho una furia cuando pides zona de fumadores en un restaurante y acabas escogiendo “no fumadores sólo por no aguantarle”. Aquel que es tan teatrero cuando le llega un poco del humo de tu cigarro a su cara que acabas apagando el cigarro o cambiándote de lugar sólo por no verle el careto. Aquel que, en definitiva, disfruta viendo tu expresión cuando entras en un recinto donde está prohibido fumar. Un extremista anti-tabaco te hace sentir que Mercedes Milá es tolerante con los fumadores.
· El extremista del cine español: Aquel que cuando le dices que las películas españolas son todas iguales te dice que es porque apenas tienen presupuesto, que ves más americanas que te gustan dice que es porque hacen más, que cuando le dices que no te gustan los actores españoles te empieza a enumerar una lista que a él sí le gusta y aunque a ti no te salta con un: “te puede no gustar pero tienes que reconocer que es bueno” (un pequeño detalle: si me pareciera bueno me gustaría). Aquel que, en definitiva, cuando le dices que no te gusta el cine español le cambia la cara, se remanga y prepara para un ataque verbal como si el Estado le pagara por defenderlo. Un extremista del cine español te hace sentir que debías haber cerrado la boca cuando diste tu opinión.
· El extremista del coche: Aquel que tiene que usar el coche hasta para ir a por pan. Aquel que te hace cambiar de zona de copas porque la que has escogido se pone hasta arriba y no tiene donde aparcar. Aquel que te tiene dando vueltas y vueltas a la manzana buscando un sitio porque aunque le dijiste “no te lleves coche” se lo tiene que llevar. Aquel que prefiere no tomarse ni una cerveza para llevarse el coche, o peor, se lo lleva y se las toma todas. Un extremista del coche te hace sentir feliz de no tener coche para no depender de él y poder usar transporte público, a pesar de ser lo peor del mundo.

Y podría hablar de mil extremistas más: extremistas ecologistas, extremistas melómanos, extremistas deportistas, extremistas religiosos, extremistas del todo vale, extremistas del no vale nada, extremistas antiextremistas…

Señores, los extremos no son buenos, nunca, jamás. Esta es la única opinión extremista que apoyo, y punto.

domingo, 13 de julio de 2008

Una ceremonia hortera para gente hortera (2ª parte)

Armada de valor, y descansada tras una semana sin pensar en bodas, retomo el tema:

  • El atuendo: el de los novios, y el de los invitados.
    Esas novias que ansiosas desean escuchar esas palabras tan inteligentes y originales así como poco comerciales que salen de los labios de las vendedoras de Pronovias: “es tu día”. Y como es su día y quieren ser las más guapas, se plantan el atuendo más hortera de cuantos atuendos se puede poner una persona. Carentes de personalidad, cada día acuden miles de mujeres a casarse todas ellas vestiditas de blanco, la mayoría de largo, la mayoría lo más merengues, cursis y horteras que se puede estar. A las pruebas me remito, semejante atuendo sólo se puede usar un día en la vida. Semejante atuendo sólo se debe usar para un acto tan hortera como una boda.
    Pero no es sólo la novia la que tiene un problema de envoltorio: novio, padrino, madrina, testigos y toda la escolta que protocolariamente tiene un papel en esta película, debe acatar unas reglas de atrezzo francamente horteras, supongo que entendéis de lo que hablo si visualizáis en este instante la imagen de un conocido vuestro con un chaqué.
    El resto de los invitados deciden que si la novia, el novio, la madrina, el padrino y los testigos van horteras, ellos más. Y entonces comienza el desfile de hombres y mujeres que quieren demostrar que se han gastado mucho en el traje o que saben combinar colores incombinables o que definitivamente quieren destacar en la boda por encima de cualquier canon estético.
    Lo peor de la ropa de los invitados de una boda, es que se ve que es para una boda. Se nota que está comprada en una tienda especial para bodas, porque ese día hay que ir disfrazados. Porque ese día hay que gastarse un mínimo de 300€ en un traje. El resultado es un grupo de personas con colores chillones y telas brillantes que parecen sacados de un carnaval de pueblo.
    ¿Esto os parece cruel? Más cruel me parece a mi intentar ver la cara de agobio y nervios de los novios durante la ceremonia (pués es lo único francamente divertido) y que una especie de recogido a lo Marge Simpson me lo impida, porque la peluquería ese día, ¡tela!
    Pero volviendo a la ropa, o mejor, a los complementos, desearía que alguien me explicara el significado de la estola y/o foular. Ese trozo de tela que más bien parece un resto del vestido que sobraba, con el que las invitadas deciden taparse los hombros hasta que se han bebido una copa de cava. Y puestos a explicar, si tenéis respuestas, quiero una para la mantilla y la peineta, los minibolsos de las mujeres (más útiles para un Pinypon), la flor en el ojal para los hombres...

Para terminar con este tema que me está provocando pesadillas, meted todos estos ingredientes en una cocktelera, añadidle un gran coche lleno de lacitos y flores y un tío paseándose de mesa en mesa con una caja de puros. Sazonémoslo con más de un "oooooooooh" y varios estruendosos aplausos por doquier además de algún que otro grito para elogiar a la novia a lo procesión de Sevilla. Y decoremos la mezcla con un par de kilos de arroz, garbanzos para los más graciosos y pétalos de rosa para los más horteras.
Aquí tienen el resultado de la mezcla señores. Aquí tienen una boda. ¿Qué pasa por mi cabeza cuando contemplo o tengo la mala suerte de ser invitada a una boda? Citando a un amigo: ¡¡¡menudo zoo!!!

domingo, 6 de julio de 2008

Una ceremonia hortera para gente hortera (1ª parte)

Todo comienza con algo tan inocente como una invitación. Las recibías con 6 años para invitarte al cumple de un amigo, las recibes ahora para invitarte a una charla sobre enciclopedias en algún pueblo de Extremadura con regalo de una agenda electrónica incluído, pero una invitación nunca fue tan significativa como aquella que te anuncia la boda de alguien. Esa invitación es el primer acercamiento, la primera visión de lo que será esa tortuosa ceremonia que vendrá después. Porque nada más abrir ese sobre, es inevitable que se te escape un: “qué hortera”. Una invitación hortera sabes que significa una boda hortera. Por el contrario, si una invitación no es hortera, sabes que aún te queda una posibilidad de que la ceremonia sea medianamente salvable. Es como el predictor, si da negativo aún puedes tener una esperanza, si da positivo ten por seguro que estás jodido.

El hecho de casarse siempre me ha puesto los pelos de punta, dos personas que necesitan un papel, un cura, un juez, a toda la familia, amigos, compañeros de trabajo e incluso desconocidos, para confirmar, jurar y poner por escrito que la otra persona está unida a ti hasta que la muerte os separe, es como el argumento de alguna retorcida peli de terror psicológico.

Así que es dificil que una boda me atraiga, pero más aún que no me parezca hortera. Independientemente del tipo de ceremonia, es muy, muy dificil que una boda no sea hortera.

Tenemos que partir de un handicap con el que en mi opinión cuentan las ceremonias matrimoniales, y es que siguen un patrón, igual que una nochevieja, igual que un bautizo.
De hecho, es un acto tan protocolario y poco maleable que existen lugares que se encargan de organizar todo el temita de principio a fin. Vamos, desde llevar a la novia al altar hasta echar a los familiares borrachos del recinto.
Lo tienen todo calculado, y encima, han creado un patrón que han conseguido vender a una gran mayoría, ya que en el salón de al lado ves cómo se celebra otra boda clónica a la que tú estás sufriendo.

A propósito, llegados a este punto tengo que aclarar algo, por lo que puedan pensar determinadas personas. Una boda de por sí es hortera, pero el que intenta distinguirse de otras bodas celebrándola en un salón más caro, creyendo así que no está siguiendo el mismo patrón que los demás, es aún más hortera, y encima bobo porque se gasta más. Podemos continuar.

Cuando has ido a una boda, has ido a todas. Independientemente de si alguien se casa por lo civil, lo religioso o por el rito tibetano (últimamente en boga), lo que acontece tras el enlace es un sinfín de momentos que vividos una vez ya los has vivido siempre:

  • Alternar con personas que no conoces de nada, pero con las que, al igual que en Facebook, compartes la teoría de los 6 grados. Esto te lleva a conversaciones constantes de ascensor e intercambio de impresiones sobre la boda, casi siempre positivas porque ninguno de los invitados sabe hasta donde llega la relación de los otros con los novios.
  • Acabar medio borracho y con dolor de cabeza, no por la cantidad de alcohol que bebes, si no por la mezcla que consumes: empiezas en el cocktail con una cerveza que se te junta en la mesa con la primera copa de vino blanco acorde con el primer plato. Pero te das cuenta de que ya te han puesto el segundo plato y es carne, con lo cual, una segunda copa ha aparecido junto a la de blanco, es una de tinto. En mitad del solomillo, bebes indistintamente de ambas copas porque te estás liando (consecuencia del estado de embriaguez precoz). Es entonces cuando se le da uso a la siguiente copa, la llenan de cava, y claro, es el brindis, así que a beber. Intentas recuperarte con el café y te ponen el licorcito, seguido de la siempre ansiada copa, el cubata con el que ya te sientes como en casa, pero sabes que no será el último, así que antes de que empiece la fiesta, lo dicho, ya estás borracho.
  • La vergüenza ajena. Esta emana tras presenciar cositas tan poquito horteras como la parejita feliz partiendo una tarta con una espada, que alguien grite "vivan los novios", o peor "viva la madrina", que suene una musiquita cuando los novios entran a salón de la cena, que la gente sea trasladada del hotel al salón en un autobús cual excursión del colegio (del salón al hotel con el estado de embriaguez es todavía peor), y un laaaaargo etcétera.
  • El bailecito. ¿Por qué? Porque no hay boda sin baile al igual que no hay boda que no sea hortera. El baile es la mayor tortura de la boda. Un sinfín de canciones de verano precedidas por el siempre presente pasodoble y precedido a su vez por el espontáneo y poco hortera vals de los novios, convierten al baile en algo parecido a un campo de batalla, en el que debes esconderte para evitar ser bombardeado o presenciar cosas que, citando al filósofo de la vida John Rambo, harían vomitar a una cabra. Ejemplo práctico, quién no ha escuchado en una boda alguna de estas canciones: Paquito el chocolatero, Mayonesa, Aserejé, Cántame, El tiburón, Cuando tú vas yo vengo, ...
  • El atuendo de novios e invitados. Bueno venga, soy incapaz de continuar. Demasiados horrores para un solo post. Nadie es capaz de soportar tanto de golpe. Señores, les dejo respirar, continuaré la semana que viene.

sábado, 21 de junio de 2008

Los trepas

Estás tranquilamente en tu trabajo, a lo tuyo, sin meterte con nadie, y de repente, notas como una presencia acaba con el oxígeno de la sala y unos ojos apuntan a tu nuca.
Sabes en ese preciso instante, que de todos los compañeros con los que trabajas, te ha escogido a ti: ha llegado el trepa!!!
Todo el mundo habla de ellos, incluso ellos mismos hablan de ellos porque a veces no son conscientes de que lo son. Cuando alguien habla de un trepa, las reacciones de los oyentes suelen ser una mezcla entre asco, pena y temor. Son reacciones que no muchos seres provocan.
Casi todos hemos sufrido alguna vez a un trepa, y si lo pensáis, es lógico pues es un comportamiento que abunda. Un trepa es una persona que de antemano está convencida de que no es capaz de alcanzar unas metas profesionales por sí mismo. ¿Qué hace? Lo mismo que los parásitos, es la ley de la supervivencia. La única pequeña diferencia, es que un parásito no tiene inteligencia, y, "supuestamente" un trepa sí. Esto convierte al trepa en un ser vago y perezoso que no hace uso de su inteligencia para sobrevivir, sino que se agarra a la de otro. Y es vago porque emplea su supuesta inteligencia en todo tipo de artimañas en vez de demostrar que él vale.

Yo he sufrido a algún trepa. Y es una experiencia francamente agotadora. El trepa te obliga a tener 20 ojos. El trepa te obliga a asegurarte de tener todas las pruebas de cada movimiento que ejecutas. Uno empieza hablando las cosas de viva voz con el trepa, y acaba guardando cada e-mail que envía o recibe del trepa. Alguien que sufre a un trepa no duerme tranquilo porque piensa: ¿qué me espera mañana?
Te sientes en una competición constante en la que tienes que resaltar todo lo que has demostrado hasta ahora, porque el trepa se limita a ensalzar una cosita que hace e incluso publicarlo en los periódicos. El trepa recicla las ideas que tú propusiste hace tiempo y las hace propias. El trepa te quita la energía y te hace sentir que debes guardar cada una de tus ideas en una caja fuerte haciéndote pensar en algún momento que quizá te estás volviendo un poco paranoico, pero es que tú sabes que el trepa no va a descansar hasta cumplir su objetivo.
Llega un momento en que no puedes confiar en nadie, porque el trepa tiene la habilidad de sonreir a toda la gente haciéndoles creer que es un ser amigable, bueno e inteligente. Así que cuando decides confiarle a alguien tu percepción de que ese de ahí, el simpático, es un trepa, esa persona cree que exageras.
Lo bueno es que al final, muchas veces más tarde, eso sí, de lo deseado, la gente acaba siendo consciente de la pericia del trepa y se le acaba viendo el plumero, pero a ti te deja marcado de por vida, porque la confianza en los compañeros, que al fin y al cabo sólo son eso, compañeros, es muy dificil de recuperar.

En mi caso, frente a lo que suele ser al revés, mi trepa estaba jerárquicamente por encima de mí, lo cual en cierto modo es halagador, pero te asegura que nunca subirás un peldaño más porque el trepa no te dejará.

Esto, señores míos me deja dos conclusiones ciértamente escalofriantes: los trepas son más inteligentes que las víctimas que reciben su ataque. La segunda y peor que la anterior, es que si resultas víctima de un trepa, es que nadie antes ha sabido valorar tanto tu trabajo como él. Da que pensar...

domingo, 1 de junio de 2008

Originalidad: cero. Crispación del target: diez

Hace poco reparé en que los spots están de capa caída. La publicidad en televisión se está volviendo lineal, y creo que cuando los publicitarios estudiaron al padre de la publicidad, se tomaron al pie de la letra su teoría de que si una fórmula funciona, hay que seguir usándola hasta que deje de funcionar.
Lo que no deben recordar de las enseñanzas de Ogilvy es esa otra frase: "si no vende, no es creativo".

En serio, pensad durante un segundo en al menos 5 anuncios de este año que os hayan parecido buenos. Ahora intentadlo con anuncios del año pasado, del anterior, del otro...

Se ha caído en una monotonía en la que las marcas usan fórmulas tan parecidas que hemos llegado a un punto en el que se confunden unas con otras. ¡Qué gran error!

Pero mi blog no va de publicad, y yo en parte ya no me dedico a esto. Así que no voy a hablar directamente de creatividad publicitaria, voy a hablar de algo que se ha visto salpicado en parte por esa ausencia de creatividad. Voy a hablar de los estúpidos personajes publicitarios que han de vendernos sus productos.

Se ha ido formando poco a poco toda una tipología de personajes en los anuncios de tv.
Unos que detesto personalmente son a los que bauticé como "generación dippas". Sí, todo empezó con un anuncio de Doritos que sacaba el rollo de "dippear" con sus nuevos aperitivos. El anuncio estaba protagonizado por unos amigos que se reunían en casa de uno, y hacían el ganso en plan "qué guays somos, dippeamos". Desde entonces, Gallina Blanca, Knorr, President y varias marcas más, no han dejado de sacar como protagonistas a estos grupos de personas que se supone representan a la actual generación de jóvenes que empiezan a independizarse: que dios nos pille confesados.

Las navidades nos traen a otro grupo de personajes, los que protagonizan anuncios de colonias y perfumes. Son personajes que sólo hablan inglés o francés. Y es que si tú vendes un perfume, pobre de ti como lo hagas en español. Ya puede estar fabricado en Albacete, que si quieres que tenga glamour debes decir algo así como: "o de gochas", "diqueyenguay", "pugr hom". Y por supuesto, acompañar el nombre de la marca o creador de una ubicación: "Carolina Herrera, New York", "Chanel, Paguí".
Y representando a estas marcas, pronunciando alguna que otra palabra con la profundidad de un charco, y por supuesto en una de esas dos lenguas, se encuentran esos guapísimos modelos de cara enfadada que más bien parece que al echarse el perfume se cabrean con la humanidad y realizan actos extraños. No sé por qué viendo estos anuncios se prohíben los de drogas.

Por último, y para no desatar vuestra ira como se desata la mía cada vez que recuerdo los anuncios, destaquemos a las jóvenes mujeres con la menstruación que parecen haberse vuelto locas: Se discriminan las unas a las otras por no usar tampones, se pasan horas debatiendo si ese día usarán bragas o tanga (porque tienen un salva-slip que les sirve para ambas cosas y claro, la situación es chunga) o la noticia de última hora, se revuelcan por el campo eufóricas por ser mujer formando una compresa enorme.

En fin, crear personajes estúpidos parece la última moda en la publicidad. Desgraciadamente es un recurso que se contagia. Formemos personajes estúpidos que podamos usar en otros estúpidos anuncios.
Originalidad: cero. Crispación del target: diez. Por favor, que nadie me diga que venden porque eso significaría que hay gente en este mundo que se identifica con esos personajes.

Lo primero sobre publicidad que me enseñaron en la carrera fue la famosa frase "renovarse o morir". Allá va mi pregunta: señores publicitarios, ¿fui la única que asistió a clase ese día?

sábado, 17 de mayo de 2008

Estética antiestética

Evolucionamos día a día (o eso deberíamos pensar) para conseguir que las cosas sean más cómodas y sencillas, vamos, facilitarnos un poco la vida tipo slógan de Bosch. Sin embargo, por algún motivo más allá de mi entendimiento, la ropa se vuelve más incómoda así como la gente más idiota. Porque además ambas cosas van unidas y me temo que son inseparables. La inevitable estupidez de la gente provoca la inevitable creación de ropa estúpida.

Empecemos pues con algún ejemplito para hacer más gráfico este argumento.

El caso de la ropa menguante. ¿Os habéis fijado en esas chicas que llevan una minifalda realmente mini? Caballeros, borren pensamientos sucios de su cabeza o al menos retrásenlos hasta finalizar esta lectura, no pretendo iniciar un relato erótico, les aseguro que la posible sensualidad de la falda desaparece cuando observas a estas chicas tirar de esa minifalda hacia abajo a cada paso que dan. Es como si intentasen aumentar la longitud de la falda a base de tirar de ella. ¿Mi conclusión es la misma que la vuestra? Coño, ¿para que te compras esa falda tan corta si en el fondo quieres que sea más larga? Comprátela larga, ve cómoda, y ahórranos el bochornoso espectáculo de tu timidez.
Pero ojo, también hay camisetas menguantes que provocan la misma reacción. Aunque sin duda, mi anorexia textil favorita es la invertida, es decir, en vez de estirar hacia abajo, estirar hacia arriba. Es el caso de los pantalones con cintura baja. Unos pantalones que por lo menos benefician en algo a los seres humanos, pues hacen que las criaturas que los visten desarrollen reflejos y coordinación. Seguro que todos habéis visto alguna vez mientras subiais las escaleras del metro a esas chicas que van literalmente agarradas a la cintura de su pantalón como si se les fuera la vida en ello, porque a cada escalón que suben se les va bajando dejando al descubierto lo que vulgarmente es conocido como "hucha". Claro , cuando se sientan les pasa lo mismo, y cuando se junta con la camiseta menguante, disfrutas de un espectáculo en el que la mano es más rápida que el ojo: tiran de la camiseta hacia abajo mientras andan, a la vez que se agarran al pantalón mientras suben y se sientan tirando raudas de la camiseta oootra vez, y haciendo un escorzo para tirar de la parte de atrás de sus pantalones: agotador. ¿Quieres lucir cintura y ombligo?, pues hazlo con dignidad y ahórranos el patético espectáculo de tu cobardía.

Hay gente que no sabe dónde poner el tope en el ceñimiento de los pantalones. En el caso de las mujeres, es como una forma de gritar a toda la ciudad: eyyy, ¿no me veis? ¡Tengo culo! ¡Miradmee! Vale vale, te hemos visto, a ti y a tu culo, pero como te intentes sentar me temo que dejaremos de verte porque ¡nos dejarás tuertos de un botonazo! La idea para una chica de lucir cuerpo es la de, o bien parecer una salchicha, porque al apretarse tanto los vaqueros cada 3 cm a lo largo de su pierna descubrimos un pliegue que provoca ese efecto visual salchicha, o bien la de adelgazar, es decir: ¿para que te vas a comprar una prenda que se adapte a tu cuerpo pudiendo adaptarte tú a la prenda? Mucho más inteligente y sano. Tranquilos, no es en este momento en el que voy a empezar a hablar de la anorexia y de la distorsión que tienen estas personas de sí mismas a lo reportaje de Mercedes Milá. Estoy hablando de ropa y de lo estúpido que fue el tipo que inventó el tallaje. Si hubiera sabido que en el siglo XXI chicos y chicas iban a moldear su cuerpo para adaptarse a la talla más pequeña, no sé hubiera molestado en seguir uniendo trozos de tela para llegar hasta la 52. ¿Quieres resultar atractiva? Ahórranos el desfile somalí y come.

Por otro lado, ahora contamos con una generación que ha marcado un nuevo estilo, con mis mayores disculpas hacia la RAE por la posible distorsión del significado de la palabra estilo. Estoy hablando de las "chonis", y es que "Yo soy la Juani" ha hecho mucho daño en este país. Ha inculcado la falsa idea de que cualquier chica/mujer puede llevar falda y tacones.
No señor. Se puede caminar con tacones y se puede trotar con ellos cual caballo percherón. Debería estar prohibido por ley que una chica usara zapatos de tacón sin haber pasado antes una prueba como la de el permiso de conducir. Y no quiero oír nada tipo: qué tontería, cada uno
anda como quiere, es que yo soy así, pues a íi me gusta ... Porque el calzado de tacón no sé inventó por comodidad, necesidad o practicidad. El calzado de tacón se inventó por estética. Por eso mismo cuando ves a una chica subida en unos tacones de aguja negros andando por la ciudad como una mula, la estampa es tan bonita, sexy y atractiva como imaginarte a Mariano Rajoy en ropa interior, con todos mis respetos hacia su señora que sin duda discrepará conmigo ...

Esa misma idea se transmite a otras prendas que deberías tachar de tu lista si no sabes llevar o adviertes de antemano que van a ser incómodas. Es el ejemplo de los renombrados escotes "palabra de honor". Joder, un maldito escote al que le han destinado tres palabras para denominarlo, sólo por eso debería imponer un uso protocolario, pero no, este escote de nombre tan honorable provoca reacciones muy poco elegantes en las mujeres que osan lucirlos. Para haceros una idea de la forma en la que las mujeres destrozan estéticamente este tipo de escotes, os recomiendo recordéis el espectáculo de vulgaridad y poca elegancia que dio nuestra exquisita actriz internacional Penélope Cruz durante la gala de los Oscar. Sí, aquella ceremonia en la que ella, con ese delicado tono de voz a lo "abueeeelo suelta las cabras", gritó el nombre del galardonado Pedro Almodóvar a la vez que se subía con tanta fuerza el escote que casi se lo puso de bufanda.
Luego llegan con esa dignidad que les caracteriza a la famosa alfombra roja diciendo con orgullo que sus vestidos son de Calvin Klein, Yves Saint Laurent, Donatella Versace..., pues os digo una cosa, para hacer uso de un vestido tan cool como si de una manta zamorana se tratase, es mejor que te lo diseñe tu tía la del pueblo, sí sí, la que te enseñó a decir lo de "abueeeelo suelta las cabras".

¿No os quitais la imagen de Rajoy de la cabeza, eh?

Volviendo al párrafo con el que iniciaba esta crítica hacia la ropa femenina (tranquilos caballeros, algún día os dedicaré algunas palabras, que también hay miga) lo cierto es que la ropa poco práctica, resulta que le gusta a la gente, y mi duda es: vale, la ropa que se diseña como un producto poco práctico es porque se supone que es estético. El problema es que la mayor parte de la gente que hace uso de esa ropa estética la convierte en un producto antiestético. Señoras y señoritas, si quieren llevar una prenda estética de forma antiestética, más les valdría ponerse un burka de forma estética y ahorrarnos el deplorable espectáculo que dan de un "quiero y no puedo" o un "puedo pero no sé".

¿Seguís pensando en Rajoy? Pues eso ya deberíais mirároslo. Por salud, más que nada...