sábado, 12 de abril de 2008

No puedes ignorar a tus vecinos

Cotillas, molestos, pesados, omnipresentes, son ellos, son los vecinos.
Los vecinos son esas personas que comparten techo, gastos, conversaciones, luz y agua obligatoriamiente contigo. Para compartir tantas cosas, normalmente escoges a la persona perfecta, tu pareja, un amigo, un familiar... ¿no me digáis que no es una decisión importante decidir con quién vas a compartir tu hábitat? Pues a los vecinos no puedes escogerlos. Vienen de serie con la casa, como el ABS en un coche, y puedes tener suerte o no, pero lo que está claro es que si no te gustan no puedes hacer nada, ni siquiera ignorarlos, porque están en tu casa y sólo os separa una puerta.

Es imposible ignorar al chico que decide que al fin y al cabo puede presentarse a Operación Triunfo, y se pone cada sábado por la mañana a cantar cual Bisbal en celo o a aporrear la guitarra con tanta furia que crees que va a romper las cuerdas.

No puedes ignorar al bebé que acaban de traer al mundo tus vecinos de al lado y no para de llorar en toda la noche. Tiene narices que yo no quiera tener un hijo, vamos, ni regaladito, y tenga que sufrir al de mis vecinos. Un día acabarán llamando a mi puerta a las 4 de la mañana cuando el niño les despierte con su llanto, para decirme: "oye, que esta noche te tocaba a ti".

No puedes ignorar a la pesada de turno que te amarga los viajes en ascensor. Esa señora está presente de dos maneras:

En la casa de tus padres, en la que siempre has vivido. Esa señora que cuando eras niño te decía: ay que ver cuánto has crecido o ¿y cuántos años tienes ya?, o ¿y cuándo acabas la carrera?. Esta última pregunta es la peor porque suelen hacértela cuando ya no vives en esa casa, sólo estás de visita, y ahí es cuando le respondes: ¡¡Señora, que estoy casado tengo un hijo y hace más de 7 años que trabajo!!


En tu actual casa. Cuando te la encuentras en el ascensor se manifiesta de dos formas: estado cotilla, y estado quejica.
  • El estado cotilla es el de: y vosotros viajais mucho, ¿no? porque no os veo casi nunca, o ¿hace mucho que os habéis mudado? o la directa, la pregunta dardo, "¿vosotros vivís en el 3ºB, no?. Pero ¿qué demonios le importa?, ¿le pregunto yo dónde vive usted?
  • El estado quejica es el de: madre mía, pues este ascensor se estropea cada dos por tres, o, qué guarra es la gente, vamos, mira como dejan la escalera. Pero mi favorita es cuando acabas de abrir el buzón y estás mirando tus cartas en el ascensor, y la señora siente el terrible deseo de mirarte el correo y te dice: sólo facturas del banco, eh? nunca noticias buenas. Joder, la señora en estado quejica es un auténtico ataque a la depresión, sólo te recuerda los problemas que tienes y si no los tienes te hace sentir que están presentes sólo que no los ves.

No puedes ignorar que los vecinos controlan tus movimientos. La vecina de una amiga mía salía en pijama a limpiar su puerta a las 5 de la mañana cuando nosotras llegábamos de marcha, sólo para ver a que hora llegábamos, en que estado y así echarnos la culpa en una reunión de vecinos si alguna cosa del portal se rompía. Porque buscar una cabeza de turco en una reunión de vecinos es algo también muy típico de ellos. Y ya que hablamos de reunión de vecinos, no puedes ignorar que tu ascensor seguirá estropeándose cada dos días porque ellos, tus queridos compañeros de vivienda son unos roñas que se quejan del ascensor pero cuando hay que poner un poco de dinero para cambiarlo se niegan en redondo, como si el ascensor se fuera a arreglar milagrosamente.

No puedes ignorar que cuando un vecino vive amargado siempre intentará transmitir un poco de amargura a tu vida. Recuerdo cuando era niña que en mi casa el único día que se hacía un poco de ruido fuera de hora era en nochevieja porque dábamos fiestas. Y no puedo evitar recordar que nuestra vecina de abajo, una loca en potencia amargada, golpeaba con su bastón el techo de su casa intentando que bajáramos la música. Lo hizo año tras año, y tras comprobar que nunca hacíamos caso, un año terminó llamando a la policía. Esa nochevieja no la olvidaré. Un policía llamó a nuestra puerta. Nuestras fiestas eran siempre de disfraces así que al abrir pensamos que era un amigo, pero al ver que su acompañante era la aterradora vecina de abajo, nos dimos cuenta de que era un policía real con la intención de decirnos que la fiesta había acabado. No obstante, el policía sólo miró a la vecina y le dijo: "señora, es nochevieja, es normal, todo el mundo hace fiestas, diviértase".

No puedes ignorar al vecino que estrena su Black and Decker un domingo en la hora de la siesta. No puedes ignorar a los vecinos que cambian de sitio sus muebles a las 6 de la mañana. No puedes ignorar a la parejita de turno que se tira los trastos a la cabeza.
Señores no pueden ignorar que sus vecinos están ahí, pendientes de todo lo que hacen. Y tengan esto muy presente, cuando escojan vivienda, no se preocupen tanto de la persona con la que va a vivir, preocúpense de los vecinos, porque un paso en falso y la señora del ascensor le pedirá explicaciones.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ves? Es lo bueno de vivir en un edificio de apartamentos de divorciados: No hay niños, no hay gente estresada: sólo gente callada y educada que no hace preguntas ni mete ruido.

Alberto González dijo...

Sí se puede. Y la solución me costó no más de 15 pesos mexicanos (menos de un Euro): me compré unos tapones industriales para oídos. Desprecio infinitamente a mis vecinos pero, durante años, me era imposible ignorarlos debido a las razones que señalas en tu texto. Hasta que un día, por razones de trabajo, visité una fábrica en la que, por reglamento, había que protegerse los oídos con tapones (las máquinas eran demasiado ruidosas). De repente me llegó la inspiración: "si estas cosas pueden bloquear el intenso ruido de las máquinas, igualmente podrán detener los espantosos ruidos de mis vecinos". Y así fue. Desde entonces, puedo decir que, a mis vecinos, ni los veo ni los escucho.

Unknown dijo...

Chinguen a su puta perra puta madre todos los vecinos ruidosos