domingo, 27 de abril de 2008

Matices que nos hacen más detestables (2ª parte)

  • Que no corra el aire. Cuando estás hablando con una persona y ves como acabas la conversación a 3 km del punto en que la empezaste. Eso es consecuencia de pequeños pasos que das hacia atrás, lentamente, para intentar apartarte de la persona que te habla, pues se acerca tanto para decirte las cosas que te quita el oxígeno vital. Por favor, los coches necesitan una distancia mínima de seguridad, ¡los seres humanos también!
  • En medio como el jueves. Vas por la calle y de repente, en cuestión de segundos sientes que te ha tocado uno de ellos. Una de esas personas que se te cruza, hace "eses" en mitad del camino de modo que nunca te permite ir por donde tú quieres. También te los encuentras en los pasillos del supermercado y nunca son conscientes de que te impiden el paso. Están en su mundo y se les olvida que lo comparten con 6.500 millones de habitantes más.
  • La falta de higiene. Ni que decir tiene que esto no debería ni mencionarse aquí, pero es que sufrimos una invasión de gente que no hace uso del agua y el jabón. Hay gente que huele mal, pero no de forma casual. Todos los humanos pueden tener un mal día, no, es que es algo que casi forma parte de su personalidad, es como un rasgo más: yo soy simpáctico, tolerante, huelo mal y soy muy creativo.
  • El descontrol sobre los complementos. Cuando una persona lleva una maleta, una mochila, un paraguas, una bolsa de la compra o hasta un libro, en raras ocasiones lleva un control absoluto sobre el objeto. Te dan con la bolsa en las rodillas, te hincan el libro en las costillas, te ponen la zancadilla con la maleta... Y por si dicho ataque con arma blanca no fuera suficiente, ni siquiera levantan la cabeza para pedirte disculpas, ¡apártate tú de su camino!.
  • El empanamiento televisivo. Sólo resulta útil la televisión para que los niños dejen de fastidiar. Pero lo más frustrante que hay es hablar a alguien y que ese alguien quede abducido por el televisor. Ya sea por un anuncio de Dodotis o por la final de la Champions. Sus ojos son como dos espirales que giran en dirección a la tele. Sólo resultarás visible si te interpones entre los dos.
  • La obsesión multimedia. Con una cámara de fotos o con una de vídeo, hay gente que se empeña en tener recuerdos multimedia de todo y de todos. Pero lo peor es que basta que digas que no te gustan las fotos para que alguien se empeñe en perseguirte por todos lados para inmortalizarte. ¿Cuál será la satisfacción? Y aún más absurdo, si hay gente a quien le gustan las fotos, ¿por qué no les persigues a ellos? En cuestión de fotos y vídeos no hay un vive y deja vivir, sólo un fastidia y déjate fastidiar.

sábado, 12 de abril de 2008

No puedes ignorar a tus vecinos

Cotillas, molestos, pesados, omnipresentes, son ellos, son los vecinos.
Los vecinos son esas personas que comparten techo, gastos, conversaciones, luz y agua obligatoriamiente contigo. Para compartir tantas cosas, normalmente escoges a la persona perfecta, tu pareja, un amigo, un familiar... ¿no me digáis que no es una decisión importante decidir con quién vas a compartir tu hábitat? Pues a los vecinos no puedes escogerlos. Vienen de serie con la casa, como el ABS en un coche, y puedes tener suerte o no, pero lo que está claro es que si no te gustan no puedes hacer nada, ni siquiera ignorarlos, porque están en tu casa y sólo os separa una puerta.

Es imposible ignorar al chico que decide que al fin y al cabo puede presentarse a Operación Triunfo, y se pone cada sábado por la mañana a cantar cual Bisbal en celo o a aporrear la guitarra con tanta furia que crees que va a romper las cuerdas.

No puedes ignorar al bebé que acaban de traer al mundo tus vecinos de al lado y no para de llorar en toda la noche. Tiene narices que yo no quiera tener un hijo, vamos, ni regaladito, y tenga que sufrir al de mis vecinos. Un día acabarán llamando a mi puerta a las 4 de la mañana cuando el niño les despierte con su llanto, para decirme: "oye, que esta noche te tocaba a ti".

No puedes ignorar a la pesada de turno que te amarga los viajes en ascensor. Esa señora está presente de dos maneras:

En la casa de tus padres, en la que siempre has vivido. Esa señora que cuando eras niño te decía: ay que ver cuánto has crecido o ¿y cuántos años tienes ya?, o ¿y cuándo acabas la carrera?. Esta última pregunta es la peor porque suelen hacértela cuando ya no vives en esa casa, sólo estás de visita, y ahí es cuando le respondes: ¡¡Señora, que estoy casado tengo un hijo y hace más de 7 años que trabajo!!


En tu actual casa. Cuando te la encuentras en el ascensor se manifiesta de dos formas: estado cotilla, y estado quejica.
  • El estado cotilla es el de: y vosotros viajais mucho, ¿no? porque no os veo casi nunca, o ¿hace mucho que os habéis mudado? o la directa, la pregunta dardo, "¿vosotros vivís en el 3ºB, no?. Pero ¿qué demonios le importa?, ¿le pregunto yo dónde vive usted?
  • El estado quejica es el de: madre mía, pues este ascensor se estropea cada dos por tres, o, qué guarra es la gente, vamos, mira como dejan la escalera. Pero mi favorita es cuando acabas de abrir el buzón y estás mirando tus cartas en el ascensor, y la señora siente el terrible deseo de mirarte el correo y te dice: sólo facturas del banco, eh? nunca noticias buenas. Joder, la señora en estado quejica es un auténtico ataque a la depresión, sólo te recuerda los problemas que tienes y si no los tienes te hace sentir que están presentes sólo que no los ves.

No puedes ignorar que los vecinos controlan tus movimientos. La vecina de una amiga mía salía en pijama a limpiar su puerta a las 5 de la mañana cuando nosotras llegábamos de marcha, sólo para ver a que hora llegábamos, en que estado y así echarnos la culpa en una reunión de vecinos si alguna cosa del portal se rompía. Porque buscar una cabeza de turco en una reunión de vecinos es algo también muy típico de ellos. Y ya que hablamos de reunión de vecinos, no puedes ignorar que tu ascensor seguirá estropeándose cada dos días porque ellos, tus queridos compañeros de vivienda son unos roñas que se quejan del ascensor pero cuando hay que poner un poco de dinero para cambiarlo se niegan en redondo, como si el ascensor se fuera a arreglar milagrosamente.

No puedes ignorar que cuando un vecino vive amargado siempre intentará transmitir un poco de amargura a tu vida. Recuerdo cuando era niña que en mi casa el único día que se hacía un poco de ruido fuera de hora era en nochevieja porque dábamos fiestas. Y no puedo evitar recordar que nuestra vecina de abajo, una loca en potencia amargada, golpeaba con su bastón el techo de su casa intentando que bajáramos la música. Lo hizo año tras año, y tras comprobar que nunca hacíamos caso, un año terminó llamando a la policía. Esa nochevieja no la olvidaré. Un policía llamó a nuestra puerta. Nuestras fiestas eran siempre de disfraces así que al abrir pensamos que era un amigo, pero al ver que su acompañante era la aterradora vecina de abajo, nos dimos cuenta de que era un policía real con la intención de decirnos que la fiesta había acabado. No obstante, el policía sólo miró a la vecina y le dijo: "señora, es nochevieja, es normal, todo el mundo hace fiestas, diviértase".

No puedes ignorar al vecino que estrena su Black and Decker un domingo en la hora de la siesta. No puedes ignorar a los vecinos que cambian de sitio sus muebles a las 6 de la mañana. No puedes ignorar a la parejita de turno que se tira los trastos a la cabeza.
Señores no pueden ignorar que sus vecinos están ahí, pendientes de todo lo que hacen. Y tengan esto muy presente, cuando escojan vivienda, no se preocupen tanto de la persona con la que va a vivir, preocúpense de los vecinos, porque un paso en falso y la señora del ascensor le pedirá explicaciones.