miércoles, 9 de enero de 2008

Soy segurata, soy dios

Realmente no tendría que añadir mucho al título, queda comprendido. Pero bueno, haré un pequeño esfuerzo (más bien ninguno) y relataré lo inexplicable de un hecho demostrado: los seguratas se creen dios.
Ya sea encargándose de la seguridad de un aeropuerto, de un bar de copas, o de un pequeño banco, ellos ejercen de divinidad. Supongo, nunca he experimentado la sensación, pero supongo, que llevar un uniforme y una porra en la mano (este complemento es opcional) te hace sentir libre para prohibir todo lo que te parezca, y tratar a la gente de la peor forma posible, incluso saltándose las normas a la torera, vamos, como diría una de las inteligentes modelos iconos de L´oreal, "porque yo lo valgo"!

Desde luego, mis dos versiones favoritas son la del que trabaja en un aeropuerto, y la de el que se pone en la puerta de un bar de copas o discoteca (entiendo que esto último estará más cotizado, da más empaque).

Versión A:

"¡Descálcese, ya!" Esto me lo dijeron a mi, pero en francés en el Charles de Gaule. Os juro que era un calzado de lo más sencillito, pero, ah!, ahora además de C4 en el bote de desodorante, también puedes llevar un kalashnikov en los zapatos. Lo cierto es que yo habría acabado en el tan temido cuartito del aeropuerto si no es porque otra persona intervino, porque entre que me hablaba sólo en francés (y yo entiendo cuatro cositas), que a mi no me apetecía descalzarme, y la hostilidad con la que me estaba tratando, se habría montado la segunda revolución.
Esa persona que intervino es la misma que hoy me ha pasado una noticia que me ha hecho recordar tan entrañable pasaje de mi vida y que os recomiendo leais, para haceros una idea de hasta donde llegan estos defensores de la seguridad.

Versión B:
"Tú aquí no pasas que vienes borracho" Sí, es lo que tiene, es un bar de copas, donde se toman copas, y hay bastantes posibilidades de que me emborrache, o sea que póngase en la puerta de una guardería, porque aquí la gente entra cargadita. La pura realidad es que lo que no quiere es que entre esa persona en concreto y punto. Porque sí, porque se le cruzado entre ceja y ceja, porque tiene que ejercer poder. Si no es eso, es porque llevas algo de ropa que no le convence, o simplemente está reprimido porque ese día no ha... vale, me contengo, pero de verdad, es que veo la cara de estas criaturas, y la postura que me ponen delante de la puerta, y realmente, siempre que entro a un bar, lo que me apetece es mirar al tipo y reirme, pero me tengo que contener, porque si son las 6 de la mañana y es el único bar abierto, quita quita, no sea que acabemos como en plena ley seca.


Lo cierto es que si lo analizamos, en realidad, la sociedad está haciendo una gran obra permitiendo a estos sujetos desempeñar ese trabajo. En mi humilde opinión, estas personas carecen de autoestima, y un puesto de tan alto rango como plantarse bajo el marco de la puerta de un bar lleno de borrachos y poder dominarles a placer debe subir el ego de tal manera que te creas dios.

Teniendo en cuenta que para mi dios es tan real como un elefante volador (incluso creo que tengo más posibilidades de ver uno de estos últimos), señores, apoyo la afirmación, los seguratas son dios.

3 comentarios:

Vacadechernobil dijo...

Totalmente de acuerdo.

En una ocasión, en un aeropuerto me quitaron una maquinilla de afeitar desechable porque "constituía una posible amenaza para el pasaje".

Intenté explicarle que si secuestraba un 747 con una maquinilla de afeitar, bien podría hacerlo sin ningún "arma", pero el tipo se mostró inflexible y se escudó en el repetidísimo mantra de "son las órdenes que he recibido".

Lo peor es que la maquinilla estaba recién mangada del hotel en el que me había alojado. Si lo sé ni me molesto...

Yo Detesto dijo...

Amigo, seamos justos, comprende que en una escala de armas blancas la maquinilla está por encima del zapato salvo si son de tacón de aguja, en ese caso dudo...
¿A alguien más le han requisado algún objeto de alto grado de peligrosidad en un aeropuerto?

Anónimo dijo...

Yo soy segurata como ´me habéis bautizado y os juro que mi trabajo tiene más de vocación que de otra cosa. Trato de cuidar que nadie cometa ninguna barbaridad con vosotras cuando vigilo un lugar ¿Qué os parece? ¿compensa eso el que a veces pueda sentirme un general sin estrellas?